Hace tan sólo dos o tres meses, ni siquiera sabía de la existencia de este ágil lenguaje de programación. Lo que sí sabía es que deseaba aprender algo nuevo. Por diversas fuentes había leído ya un poco acerca de Python, incluyendo el famoso ensayo “Great Hackers” de Paul Graham, y por supuesto las frecuentes menciones de Mark Pilgrim y Sam Ruby, entre otros.
Cuando por fín decidí que aprendería Python, me dí a la tarea de informarme: buscar tutoriales, ejemplos, listas de discusión, etc. etc. y así dí con una, luego otra, y mas menciones acerca de Ruby, este nuevo lenguaje favorito en Japón expandiéndose rápidamente a otros rincones del planeta.
Mi curiosidad despertó, y terminé subscrito en la lista de discusión ruby-talk, donde participan no solo novatos como su servidor, sino tambien autores de libros sobre el tema, programadores de renombre y el mismísimo autor del lenguaje. Aunque los temas son frecuentemente más académicos de lo que quisiera en general el nivel es excelente, la comunidad muy servicial y amigable, el tono absolutamente respetuoso, el entusiasmo palpable, los ‘tips’ y ejemplos buenos para mantener mi apetito y finalmente, los Ruby-quiz.
Cuando se publicó el primero de estos pequeños ejercicios supe que estaba atrapado. La práctica de crear simples programillas sin utilidad real tan solo por el gusto de hacerlo, fué lo que inicialmente me puso en este camino, hace ya más de 20 años. El redescubrir esta afición y seguir aprendiendo nuevas y a veces sorprendentes técnicas para resolver problemillas informáticos me han dado un nuevo aire. No he publicado mis “soluciones” a estos ejercicios, por sentirme aún muy verde, pero los sigo disfrutando.
Durante años desarrollé mi estilo que definitivamente había sido del tipo “procedural”, modular, a veces demasiado linear de programar. Las técnicas de orientación a objetos no habían realmente echado raíces en mi. Esto ha cambiado ahora, ya que en Ruby todo es un objeto, y este estilo por fín ha encontrado su nicho en mi cabeza.
Bueno, mis requerimientos laborales y familiares en estas épocas no me dejan tiempo para mis aficiones, así que a veces solo queda robarle tiempo al sueño, lo cual es insostenible a largo plazo. Pero seguimos al pié del cañón.